
Portavoz de sueños e historias
avivas con tus hojas mis sentidos;
cazador de momentos perdidos
los transformas en ratos de gloria.
Con una rosa por marcador
entre el blanco de tus hojas,
coges de ella su escencia y color,
haciendo casi mística la prosa.
Hoy tus letras resuenan en mí,
y no puedo más que devolverte
en pocas palabras sentidas,
el color de la flor…
y el placer de tenerte.