No hay río más profundo que el que te rodea, y por él navego entre la bruma tratando de alcanzarte.
Nubes y claros delinean tu figura ante mis ojos, forjando mi deseo de abrazarte en la totalidad de lo infinito.
Se me antoja la luna mientras lloro mis penas; y ese río de lágrimas que atravesar no puedo, sin tener el sosiego de una palabra tuya,
hacen que huya, errante, atravesando mis miedos, dejando olvidados tus labios, tus ojos, el cielo.
Ése que alguna vez dibujamos juntos
cubriendo de luz y colores nuestros días.
Ése que hoy te toma en sus manos encadenando mi alma a este río de penas, a este sueño de ausencias, a esta dura condena.
Y ésa luna, engullida entre el río y el cielo
enseñándome el camino hacia ti.
Y yo aquí, siguiendo su imágen, atravesando mis miedos hasta volver a escucharte..
Al fin, el cielo será nuestro.