viernes, 22 de enero de 2010
En el Infierno
Cierro los ojos y te veo
luz que das esperanza a mi vida,
hoy teñida de gris y confundida
entre oscuros silencios de soledad
y fríos cimientos de muerte.
Abro los ojos y no estás,
ni un solo vestigio de tu presencia
en este mar de oscuridad,
que cubre mi alma de deseo
que un sueño sea y nada más.
Mucho mal habré hecho – pienso –
para estar así, sufriendo;
para que tú, Señor , me tengas
condenado en este infierno.
Mas lo pienso y no recuerdo
pecados haber cometido,
como para merecer tu olvido
y sufrir este tormento.
Cierro los ojos y espero,
el tiempo parece detenido;
de pronto una luz me ciega…
Eres tú, Mi Señor?
“Tranquilo, ya te tengo” , dices…
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