viernes, 12 de febrero de 2010
Mara.
Mar de cielos,
laberinto de eternidades,
escurridizo se me antoja el destino
a la hora de encontrar refugio
en este desierto de soledades.
Mis silencios hablan de nostalgia;
mis palabras, vacías, ahogadas
por la necesidad de decir, sin confesar
la tristeza por tu ausencia,
hacen que me exilie en los recuerdos.
Tu voz resuena en mí lejana,
y ya no hablamos como antes;
que daría por verte crecer, por cuidarte;
que daría por mimarte…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Ay Eduardo que se nos hacen grandes y ya no es lo mismo.
Pero seguimos acariciándoles de otra manera.
Claro que el nudo en la garganta, no nos lo quita nadie.
Precioso poema Eduardo.
Así es tecla, se nos hacen grandes mucho antes de lo que nos gustaría, un abrazo.
Me encantó, Eduardo.
Crecen pero no se alejan, llevan dentro parte de nuestra alma.
Un abrazo cálido
Liliana
Así es Liliana, pero siempre se los extraña, un abrazo y gracias por pasarte.
Su sonrisa la tendrás siempre grabada en tu retina
y su calida voz te la traerá cada brisa como acordes de la más dulce melodía
Que daría por ver cumplidos tus anhelos de tenerla a tu lado
y así junto a ella el refugio se convierta en el más bello paraíso …
Un placer leerte, seguiré en mi silencio cuidando sueños.
Publicar un comentario